miércoles, 25 de febrero de 2009

texto de Andrea Romero



DEJÁ VÚ

El frio le sube por el pie izquierdo. Piensa que sería bueno tener pantuflas o una alfombrita pero no, no tiene ninguna de las dos. Con cierta resignación, apoya el pie derecho en el suelo y queda parada al lado de la cama revuelta. ¿Qué hora es? De pijamas, no prende ni una luz, ni mira la hora. Va al baño. Olor de baño. El inodoro está también intensamente frio.
Sentada deja caer el mentón sobre sus manos y sus codos sobre sus rodillas. ¿Por qué me despierto tan temprano?
El azulejo que tiene en frente es perfecto, molestamente perfecto, sigue con los ojos cada uno de sus lados de cuadradito incorruptible. ¡Qué cansada estoy! Los estantes del baño están desordenados con el lío de siempre que resiste, que vuelve y vuelve.
Luz que despierta. Más cansada se para y se busca en el espejo.
Él viene de golpe la toma por atrás, le besa el cuello, le acomoda el pelo, le acaricia el vientre y mete su mano por debajo del pijama.
Bellísimo, perfecto. Si al menos no fuese sólo un recuerdo.

MAR
23/10/08