sábado, 2 de agosto de 2008

A partir de textos de Martín Ptasik

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A partir de


Los versos en negrita pertenecen a poemas de los libros:
DE VIENTO SERÁ y ANDA LA PALABRA de Martín Ptasik




CONTEO FINAL

Vaya a saber donde
Morir dos veces.
Y por qué no una
o más?
Cinco o seis, hasta que los dedos se terminen.
Y empezar de nuevo,
por una, dos y así seguir siguiendo.
Hasta el infinito o donde alcance.
Y ver entonces que son.
Y son los ojos tristes
Que no saben cómo

con el asombro agrandados
ciegos de alegrías.
Y son los brazos quietos
que no saben cuanto

Sentir que nada se ve claro,
ni por los ojos
.
Con tanta lágrima, tanto llanto, tanto rencor adormecido
Tantearse lento
Por adentro y por afuera.
Sacudones alivianando el alma.
Apretar las manos
Fuerte hasta que duelan
Si con las manos y el alma puedo
Habré encontrado el camino,
Que me lleve donde el dolor sea ausencia.
Y para morir
Con una vez alcance.

María Cristina Vázquez



Llorar largo y tendido.
Sentir que nada se ve claro, ni por los ojos.
¡Ay! Mi suelo.
Saber que estamos hechos de arrebatos,
De gestos desmedidos, impensados, incongruentes.
Que estamos negando la mentira,
Que sangran las heridas desde el tiempo,
Desde el suelo.
Terrible si se deja el desvelo abierto,
Si escasea el pan,
Y el hombre que ha sudado los jornales,
No ve el atajo que tenía la esperanza.

Celia Roldán



SOY

Soy de esos que abrazan fuerte para aplastar la ausencia,

para no dejar que el dolor ocupe ese lugar.
Soy de esos que dejan que las lagrimas rueden, sin importar ni donde, ni cuando, ni porqué.
Soy de esos que no deja que el corazón se encoja, se arrugue, se agujeree.
Soy de esa clase de gente

que no deja que el resentimiento de los otros me hiera, ni menos que haga nido en mi vida.
Soy de esos que tienen todo el tiempo para perder en la estación, hasta que haya lugar para uno mas.
Soy de esa clase de gente que se tantea todas las mañanas
, para saber si aun estoy vivo.
Soy de los que lloran de nuevo para volver a reír.
Soy de esa clase de gente.

Lela Bértola







“Soy de los que siempre miran hacia atrás cuando se despide”.
Por eso no olvido aquel país del que provengo. El mismo aquél del helicóptero que la Historia recordará como huyendo hacia la nada. Y sus muertos. De entonces y de cada tanto.
La pantalla vuelve a mostrarme – desde este largo destierro voluntario – imágenes que pensé irrepetibles por lo atroces.
Desde esta fría tierra que me abrió sus brazos, - sin abrazarme - , claro está, me doy cuenta que “soy de ésos que reservan un buen lagrimón para brindar o doler por ciertas cosas”…
Y ya no quisiera. El cuerpo no me da. Tiré todos mis pañuelos aquel día en que tuve que volverme viejo y experimentado, así, de pronto. Tomar decisiones, buscar destinos, partir lejos…
Lejos, es aquí, desde donde la pantalla me dice que no escarmientan, no se cansan, - ¿no nos cansamos? – de repetir escenas pavorosas. El tremendismo los obceca, los destruye. Nos desbasta.
“Soy de los que lloran de nuevo” – definitivamente – y guardo la esperanza de que, dentro de unos días, unas semanas - ¿meses quizás? – la sinrazón ceda el paso a la lucidez, a la calma. La cordura los invada, los choque, los enfrente. Que se miren, se reconozcan, se hablen, expresen cada uno sus razones y callen sus broncas, sus odios, sus intereses. Porque, al fin de cuentas, se trata de eso, ¿no? Intereses; mezquinos intereses…
Porque soy de los que no tienen los bolsillos sanos” y (…) “de tenerlos los rompería, a siestas, de nuevo…”

Julia Fernández










LO QUE HAGO

Arrancar de cuajo la razón y sus malhechores,
eso hago.
Lo hago justo ahora,
cuando la suma de las horas y los días
se me lee en el color de los cabellos.
Que no me aten.
Que me dejen
agradecerle al espejo los surcos estampados
a pura risa,
y las sombras de los llantos.
Y llorar de nuevo.
También eso hago.
Vale la pena,
por el solo placer de sentir esa agua tibia
cayendo por la cara hasta la orilla,
y secarla con la manga.
Después,
con la paz de un llanto bien llorado,
y la brisa de algunas carcajadas,
quedarme ahí,
alrededor del fuego o con un hijo en los brazos,
porque sí,
por el calor,
por el abrazo.
A esta altura de mi vida, eso hago.

Sara M. Manghesi de D’Alessio




Hay un punto en que uno, no puede odiarse un solo día más.
Y emborracharse de vida es justo,
dejando de estar colgados en el pasado,
que sin razón, va matando el presente.
Decir basta, amontonar y juntar todos esos “si” que se nos perdieron.
Atrapar la sencillez y beberla cada segundo como si fuera la última.
Devaluar el “yo”, convertirlo en un “nosotros” grande y redondo.
Aniquilar las intrigas con risas claras, desviándolas.
Te presto mis versosAbrigar al del al lado con ternura para querer y seguir queriendo.
Hacer un bollo al orgullo oscuro y tirarlo a un precipicio hondo.
Dar agua de vertiente a los pensamientos,
Y no reconstruir, sino construir.
Y urge declarar que ya está bueno.

Irma Samosiuk


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