domingo, 3 de agosto de 2008

TEXTOS DE CELIA ROLDÁN

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Roberto José ( un joven viejo)

“Sos un buen cadete” le decía el portero casi a diario, cuando le entregaba la correspondencia. No le pagaban gran cosa en el estudio contable, pero le alcanzaba para costear los libros de la universidad. Sonreía poco, aunque, cuando don Ramón le hacía alguna broma sobre el partido de Boca-River parecía animarse y exclamaba un arrastrado “shon pataduras, shon”. A veces, guiñándole un ojo, le decía “oia, ¿y esas ojeras? Parece que... No terminaba porque se daba vuelta y estirando el labio inferior, se ponía a doblar los sobres como si tuvieran una línea de puntos, para cortarlos parejitos.El saco azul le iba bien, pero no tanto como para usarlo en invierno y verano. Una amiga le regaló una remera roja. No la estrenó porque era demasiado chillona. Eso sí, mocasines marrón militar y medias blancas, infaltables; jamás unas zapatillas porque eran vulgares.A las ocho treinta, de lunes a viernes, marcaba su tarjeta. Siempre bien engominado. Siempre por la misma vereda y con una carpeta celeste apretada bajo el brazo izquierdo, haciendo juego con su camisa y sus ojos.Una mañana, Doña María, la dueña de la panadería a tres cuadras de su casa, no lo vio pasar a las ocho y cuarto. Se asomó a la vereda y miró a derecha e izquierda, haciendo pantalla con su mano como para agudizar la visión. Nada. Nadie.Dos semanas después, vio una pareja en la plazoleta de enfrente. El, joven, barba algo crecida y cabellos despeinados que reía con placer junto a una pelirroja atractiva que le hablaba al oído.De sus ojos celestes, salían mariposas de colores que revoloteaban en torno a ellos y los rayos del sol hacían depentagrama.

Celia Roldán

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